sábado, 3 de marzo de 2007

el socialismo y el hombre nuevo del che

El socialismo y el hombre en Cuba

Che

Marzo 1965

Estimado compañero. Acabo estas notas en viaje por el África, animado del deseo de cumplir, aunque tardíamente, mi promesa. Quisiera hacerlo tratando el tema del título. Creo que pudiera ser interesante para los lectores uruguayos.

Es común escuchar de boca de los voceros capitalistas, como un argumento en la lucha ideológica contra el socialismo, la afirmación de que este sistema social o el período de construcción del socialismo al que estamos nosotros abocados, se caracteriza por la abolición del individuo en aras del Estado. No pretenderé refutar esta afirmación sobre una base meramente teórica, sino establecer los hechos tal cual se viven en Cuba y agregar comentarios de índole general. Primero esbozaré a grandes rasgos la historia de nuestra lucha revolucionaria antes y después de la toma del poder.

Como es sabido, la fecha precisa en que se iniciaron las acciones revolucionarias que culminaron el primero de enero de 1959, fue el 26 de julio de 1953. Un grupo de hombres dirigidos por Fidel Castro atacó la madrugada de ese día el cuartel de Moncada, en la provincia de Oriente. El ataque fue un fracaso, el fracaso se transformó en desastre y los sobrevivientes fueron a parar a la cárcel, para reiniciar, luego de ser amnistiados, la lucha revolucionaria.

Durante este proceso, en el cual solamente existían gérmenes de socialismo, el hombre era un factor fundamental. En él se confiaba, individualizado, específico, con nombre y apellido, y de su capacidad de acción dependía el triunfo o el fracaso del hecho encomendado.

Llegó la etapa de la lucha guerrillera. Esta se desarrolló en dos ambientes distintos: el pueblo, masa todavía dormida a quien había que movilizar y su vanguardia, la guerrilla, motor impulsor de la movilización, generador de conciencia revolucionaria y de entusiasmo combativo. Fue esta vanguardia el agente catalizador, el que creó las condiciones subjetivas necesarias para la victoria. También en ella, en el marco del proceso de proletarización de nuestro pensamiento, de la revolución que se operaba en nuestros hábitos, en nuestras mentes, el individuo fue el factor fundamental. Cada uno de los combatientes de la Sierra Maestra que alcanzara algún grado superior en las fuerzas revolucionarias, tiene una historia de hechos notables en su haber. En base a éstos lograba sus grados.

Fue la primera época heroica, en la cual se disputaban para lograr un cargo de mayor responsabilidad, de mayor peligro, sin otra satisfacción que el cumplimiento del deber. En nuestro trabajo de educación revolucionaria, volvemos a menudo sobre este tema aleccionador. En la actitud de nuestros combatientes se vislumbraba al hombre del futuro.

En otras oportunidades de nuestra historia se repitió el hecho de la entrega total a la causa revolucionaria. Durante la Crisis de Octubre o en los días del ciclón Flora, vimos actos de valor y sacrificio excepcionales realizados por todo un pueblo. Encontrar la fórmula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica, es una de nuestras tareas fundamentales desde el punto de vista ideológico.

En enero de 1959 se estableció el Gobierno Revolucionario con la participación en él de varios miembros de la burguesía entreguista. La presencia del Ejército Rebelde constituía la garantía de poder, como factor fundamental de fuerza.

Se produjeron enseguida contradicciones serias, resueltas, en primera instancia, en febrero del 59, cuando Fidel Castro asumió la jefatura de Gobierno con el cargo de Primer Ministro. Culminaba el proceso en julio del mismo año, al renunciar el presidente Urrutia ante la presión de las masas.

Aparecía en la historia de la Revolución cubana, ahora con caracteres nítidos, un personaje que se repetirá sistemáticamente: la masa.

Este ente multifacético no es, como se pretende, la suma de elementos de la misma categoría (reducidos a la misma categoría, además, por el sistema impuesto), que actúa como un manso rebaño. Es verdad que sigue sin vacilar a sus dirigentes, fundamentalmente a Fidel Castro, pero el grado en que él ha ganado esa confianza responde precisamente a la interpretación cabal de los deseos del pueblo, de sus aspiraciones, y a la lucha sincera por el cumplimiento de las promesas hechas.

La masa participó en la Reforma Agraria y en el difícil empeño de la administración de las empresas estatales; pasó por la experiencia heroica de Playa Girón; se forjó en las luchas contra las distintas bandas de bandidos armadas por la CIA; vivió una de las definiciones más importantes de los tiempos modernos en la Crisis de Octubre y sigue hoy trabajando en la construcción del socialismo.

Vistas las cosas desde un punto de vista superficial, pudiera parecer que tienen razón aquéllos que hablan de la supeditación del individuo al Estado, la masa realiza con entusiasmo y disciplina sin iguales las tareas que el gobierno fija, ya sean de índole económica, cultural, de defensa, deportiva, &c. La iniciativa parte en general de Fidel o del alto mando de la Revolución y es explicada al pueblo que la toma como suya. Otras veces, experiencias locales se toman por el Partido y el Gobierno para hacerlas generales, siguiendo el mismo procedimiento.

Sin embargo, el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo colectivo por efectos de una disminución cuantitativa de cada uno de los elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar. Así sucedió en marzo de 1962 ante la política sectaria impuesta al Partido por Aníbal Escalante.

Es evidente que el mecanismo no basta para asegurar una sucesión de medidas sensatas y que falta una conexión más estructurada con la masa. Debemos mejorarla durante el curso de los próximos años pero, en el caso de las iniciativas surgidas en los estratos superiores del Gobierno utilizamos por ahora el método casi intuitivo de auscultar las reacciones generales frente a los problemas planteados.

Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo sólo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria.

Lo difícil de entender, para quien no viva la experiencia de la Revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes.

En el capitalismo se pueden ver algunos fenómenos de este tipo cuando aparecen políticos capaces de lograr la movilización popular, pero si no se trata de un auténtico movimiento social, en cuyo caso no es plenamente lícito hablar de capitalismo, el movimiento vivirá lo que la vida de quien lo impulse o hasta el fin de las ilusiones populares, impuesto por el rigor de la sociedad capitalista. En ésta, el hombre está dirigido por un frío ordenamiento que, habitualmente, escapa al dominio de su comprensión. El ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical que le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en todos los aspectos de su vida, va modelando su camino y su destino.

Las leyes del capitalismo, invisibles para el común de las gentes y ciegas, actúan sobre el individuo sin que éste se percate. Solo ve la amplitud de un horizonte que aparece infinito. Así lo presenta la propaganda capitalista que pretende extraer del caso Rockefeller -verídico o no-, una lección sobre las posibilidades de éxito. La miseria que es necesario acumular para que surja un ejemplo así y la suma de ruindades que conlleva una fortuna de esa magnitud, no aparecen en el cuadro y no siempre es posible a las fuerzas populares aclarar estos conceptos. (Cabría aquí la disquisición sobre cómo en los países imperialistas los obreros van perdiendo su espíritu internacional de clase al influjo de una cierta complicidad en la explotación de los países dependientes y cómo este hecho, al mismo tiempo, lima el espíritu de lucha de las masas en el propio país, pero ése es un tema que sale de la intención de estas notas.)

De todos modos, se muestra el camino con escollos que, aparentemente, un individuo con las cualidades necesarias puede superar para llegar a la meta. El premio se avizora en la lejanía; el camino es solitario. Además, es una carrera de lobos: solamente se puede llegar sobre el fracaso de otros.

Intentaré, ahora, definir al individuo, actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad.

Creo que lo más sencillo es reconocer su cualidad de no hecho, de producto no acabado. Las taras del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual y hay que hacer un trabajo continuo para erradicarlas.

El proceso es doble, por un lado actúa la sociedad con su educación directa e indirecta, por otro, el individuo se somete a un proceso consciente de autoeducación.

La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no sólo en la conciencia individual en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia.

En el esquema de Marx se concebía el período de transición como resultado de la transformación explosiva del sistema capitalista destrozado por sus contradicciones; en la realidad posterior se ha visto cómo se desgajan del árbol imperialista algunos países que constituyen las ramas débiles, fenómeno previsto por Lenin. En éstos, el capitalismo se ha desarrollado lo suficiente como para hacer sentir sus efectos, de un modo u otro, sobre el pueblo, pero no son sus propias contradicciones las que, agotadas todas las posibilidades, hacen saltar el sistema. La lucha de liberación contra un opresor externo, la miseria provocada por accidentes extraños, como la guerra, cuyas consecuencias hacen recaer las clases privilegiadas sobre los explotados, los movimientos de liberación destinados a derrocar regímenes neocoloniales, son los factores habituales de desencadenamiento. La acción consciente hace el resto.

En estos países no se ha producido todavía una educación completa para el trabajo social y la riqueza dista de estar al alcance de las masas mediante el simple proceso de apropiación. El subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países «civilizados» por otro, hacen imposible un cambio rápido y sin sacrificios. Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica y la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande.

Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, &c.), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entre tanto, la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo.

De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Ese instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social.

Como ya dije, en momentos de peligro extremo es fácil potenciar los estímulos morales; para mantener su vigencia, es necesario el desarrollo de una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas. La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela.

Las grandes líneas del fenómeno son similares al proceso de formación de la conciencia capitalista en su primera época. El capitalismo recurre a la fuerza, pero, además, educa a la gente en el sistema. La propaganda directa se realiza por los encargados de explicar la ineluctabilidad de un régimen de clase, ya sea de origen divino o por imposición de la naturaleza como ente mecánico. Esto aplaca a las masas que se ven oprimidas por un mal contra el cual no es posible la lucha.

A continuación viene la esperanza, y en esto se diferencia de los anteriores regímenes de casta que no daban salida posible.

Para algunos continuará vigente todavía la fórmula de casta: el premio a los obedientes consiste en el arribo, después de la muerte, a otros mundos maravillosos donde los buenos son premiados, con lo que se sigue la vieja tradición. Para otros, la innovación; la separación en clases es fatal, pero los individuos pueden salir de aquella a que pertenecen mediante el trabajo, la iniciativa, &c. Este proceso, y el de autoeducación para el triunfo, deben ser profundamente hipócritas: es la demostración interesada de que una mentira es verdad.

En nuestro caso, la educación directa adquiere una importancia mucho mayor. La explicación es convincente porque es verdadera; no precisa de subterfugios. Se ejerce a través del aparato educativo del Estado en función de la cultura general, técnica e ideológica, por medio de organismos tales como el Ministerio de Educación y el aparato de divulgación del Partido. La educación prende en las masas y la nueva actitud preconizada tiende a convertirse en hábito; la masa la va haciendo suya y presiona a quienes no se han educado todavía. Esta es la forma indirecta de educar a las masas, tan poderosa como aquella otra.

Pero el proceso es consciente; el individuo recibe continuamente el impacto del nuevo poder social y percibe que no está completamente adecuado a él. Bajo el influjo de la presión que supone la educación indirecta, trata de acomodarse a una situación que siente justa y cuya propia falta de desarrollo le ha impedido hacerlo hasta ahora. Se autoeduca.

En este período de construcción del socialismo podemos ver el hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas. Descontando aquellos cuya falta de educación los hace tender el camino solitario, a la autosatisfacción de sus ambiciones, los hay que aun dentro de este nuevo panorama de marcha conjunta, tienen tendencia a caminar aislados de la masa que acompañan. Lo importante es que los hombres van adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su incorporación a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de la misma.

Ya no marchan completamente solos, por veredas extraviadas, hacia lejanos anhelos. Siguen a su vanguardia, constituida por el Partido, por los obreros de avanzada, por los hombres de avanzada que caminan ligados a las masas y en estrecha comunión con el

carta de famila de Mauricio Hernández

Compañeros, Amigos:

En este día, en que se conmemora el natalicio de nuestro héroe y precursor del los movimientos libertarios en nuestra Patria y por ende de los pueblos Latinoamericanos, la Familia de MAURICIO HERNANDEZ NORAMBUENA, cuyo sueño fuera inspirado por este Prócer, nos unimos también a esta celebración.

Junto con celebrar el natalicio del prócer, aprovechamos esta ocasión para denunciar una vez más la crítica situación en que se encuentra nuestro hermano Mauricio, luego de su último traslado de régimen carcelario en Brasil, en donde las medidas de aislamiento extremo en que él es mantenido por más de cinco años, se han vuelto cada vez mas insostenibles, es por esto que denunciamos a toda la opinión pública la grave trasgresión a sus derechos elementales, lo cual refleja hoy en él un deterioro tanto físico como mental, que como familia nos hace estar en alerta permanente puesto que su destino incierto obliga a movilizarnos en la denuncia de la defensa por su vida.

Por la libertad de los Presos Políticos Mapuches

Por la vida de Mauricio Hernández Norambuena

Familia Hernández Norambuena

Viña del Mar, 25 de febrero 2007.


opinión política

Situación política

Al buscar respuestas y comprender el momento político actual desde una posición clasista, anticapitalista y revolucionaria, es necesario desarrollar en la definición de algunos elementos que caracterizan el actual momento de la lucha de clases en la situación económica, política, social y fundamentalmente humana que vivimos como pueblo, como parte del orden y la iniciativa impuesta por los poderosos, desde una dictadura de 17 años y un Estado democrático neoliberal que va para los 17 años de sostenida consolidación.

Caracterización de la lucha de clases necesaria tanto para entender y conocer el periodo desde elementos que imponen de manifiesto la iniciativa de los dueños de la riqueza y de quienes la administran políticamente; como para comprender, interpretar, posesionarse y tomar decisiones políticas en torno a como se expresa en la realidad el conjunto de esfuerzos e iniciativas que desde el mundo popular y revolucionario se levantan como esfuerzos en la acumulación de fuerzas y avanzar en la construcción de un poder popular en disputa por los espacio a quienes hoy imponen su hegemonía en la escena política, económica, militar y social de nuestra patria.

Esta idea se relaciona directamente con que para transformar hay que conocer, para invertir las tendencias que se manifiestan en la realidad neoliberal, necesitamos saber a nivel global regional y local cuales son las orientaciones que se inscriben en la realidad política; es preciso comprender todas las dimensiones (global regional y local) ya que es la relación entre estas las que nos permiten ejecutar la política correcta y transformar lo local desde una mirada global.

Este documento no pretende abarcar la totalidad de las transformaciones sufridas a nivel ideológico, social, económico y político en Chile, pero creemos necesario rescatar algunos elementos que pueden caracterizar el presente y, por lo tanto, las tareas para quienes pensamos y actuamos en función de transformar radicalmente esta realidad.

Presentaremos algunas tendencias de la situación política nacional desde dimensiones diferenciadas, solo con el objeto de dar a entender mas claramente lo que aquí se desea expresar; es importante entenderlo así, ya que muchas veces tendemos a asimilar la realidad social como una división de esferas independientes, siendo que la realidad es una sola e indivisible, una totalidad donde todo esta relacionado y conforma un cuadro del cual también somos parte aun que no nos guste, con nuestras posiciones y acciones de intervención.

Así entendamos la realidad actual desde la esfera social, económica y por sobre todo fundamentalmente ideológica, para posteriormente concluir en algunas definiciones e ideas que surgen en el momento que se asimilan e interpretan elementos de esta realidad.

Antecedentes estructurales, una revisión general

Podemos afirmar categóricamente, que Chile, dentro del contexto internacional y regional, se instala y se presenta como el Laboratorio del Neoliberalismo, como el modelo del modelo en América es importante en este sentido mencionar o definir algunos ejes que caracterizan histórica y estructuralmente esta experimentación del modelo:

• Política de choc antiinflacionario entre el año 1974-75, 1978-79 y 1982-85.
• Política de privatizaciones de empresas del Estado, que incluye empresas estratégicas y empresas de servicio público (luz, agua, teléfonos, gas).
• Un ascendente proceso de privatización de los Derechos Sociales, es decir el traspaso de los antiguos derechos sociales a la esfera del mercado.
• Consolidación de una subjetividad que no relaciona la pobreza y la situación de precariedad con estos derechos negados de forma más radical por el mercado, del llamado Estado benefactor.

Para la implementación y el desarrollo de todos estos elementos se asumió la génesis y desarrollo de un proceso histórico caracterizado por una política de ofensiva neoliberal, incipiente al golpe de estado de 1973, para posteriormente avanzar en la imposición mediante la fuerza de su programa económico, social y administrativo, por medio del barbarie de un régimen Militar, hegemonizado rápidamente por la corriente neoliberal que influían directamente en el ejercito, con el empresariado, la derecha reaccionaria chilena y el imperialismo Norteamericano.

Esto acompañado de represión a los movimientos sociales y populares, los partidos de la izquierda reformista y revolucionaria, que de una u otra manera eran en gran parte, el sostén social y político del Estado de bienestar y la posibilidad de su superación histórica de la crisis del Estado agotado (vía chilena al socialismo), sin capacidad por esta razón de oponerse (teórica, ni políticamente) al nuevo modelo.

Estas fases se han desarrollado en un lapso de 33 años - 17 de dictadura militar y 16 años de “Democracia Neoliberal”- proceso compartido por militares, presidentes Democratacristianos y los malamente llamados Socialistas.

De esta forma se ha consolidado el modelo neoliberal como forma de organizar la vida social ha si mismo ha sido solidificado en estos últimos 16 años de democracia protegida o neoliberal, esta consolidación no se ha dado en un periodo de negación de los derechos civiles en forma categórica o radical como en la dictadura, sino mas bien bajo un régimen democrático burgués, donde prima la exclusión de las grandes masas y el pueblo en general, con un claro sentido de democracia anti popular y paradójicamente antidemocrática en la participación de las mayorías en las políticas en la construcción del presente y del futuro de la patria.

Podemos definir que lo que ha ocurrido en Chile en estos últimos años es una verdadera contra revolución neoliberal hoy bastante madura con el resto de América latina, en contraste a los neoliberalismos tardíos, como ocurre con los casos de Brasil, Argentina, Ecuador y Perú (en los años noventa). acá se puede reafirmar la caracterización de Chile como modelo del modelo neoliberal.

Es relevante por lo tanto, poder pensar en estos elementos o grandes ejes de estructuración histórica como componentes del presente político, social y económico de nuestro país, básicamente porque estos últimos años de administración del modelo neoliberal, han sido precisamente años de continuismo económico político y sobre todo ideológico y no de ruptura ni cambio del modelo; especialmente se pueden pensar los últimos dos ejes como factores que ponen en impasse o marcan un punto de inflexión en lo que se refiere a la posibilidad de construir fuerza popular y revolucionaria en torno a la necesidad de componer luchas sociales en torno a elementos que por esta intención de anulación de los derechos sociales en el plano de las aspiraciones y el sentido común de grandes mayorías del pueblo.

Esta anulación subjetiva de la noción de los derechos sociales, la impunidad con la que operan las instituciones del Estado de todos los chilenos, desplazando los problemas sociales a las esferas de la mercantilización del bienestar y generando una distribución del ingreso cada vez mas desigual, esto habla de una desigualdad que de una u otra forma se acepta con conformidad o naturalización del estado de las cosas, donde el neoliberalismo se presenta como verdad única e invariable. Un régimen dictatorial es capaz de imponer un modo de gobernar sin tener el consentimiento generalizado del pueblo, pero un régimen democrático burgués necesita de la hegemonización política y social de dicho espacio, donde poder administrar e imponer el continuismo de la política económica y social impuesta por la dictadura militar en Chile.

Es en esta lectura de la realidad, surge la pregunta respecto de si existen condiciones objetivas y subjetivas para hacer o generar nuevas condiciones para construir una política revolucionaria y anticapitalista; y si estas condiciones son nuevas, cuales serian los mecanismos y las formas de intervención política que permitirían a los revolucionarios ganar espacios, en construir poder popular, invertir radicalmente las situaciones y avanzar en la construcción de una alternativa concreta al modelo ya impuesto en nuestro país.

Construcción de conciencias

Primeramente debemos comprender el tipo de seres humanos construye el capitalismo y su modelo en Chile neoliberal, el tipo y formas de relaciones sociales y económicas que interactúan, como sujetos o objetos de la sociedad, presentado como única alternativa.

Se habla de la notoriedad del crecimiento económico expresado en grandes cifras macroeconómicas, pero deberíamos preguntarnos cual es el costo social que esto genera en términos del tipo de ciudadano que se construye.

Podemos visualizar que un eje fundamental en la constitución de los sujetos en la actualidad esta dado por su práctica en lo que denominamos el consumo que el mercado ofrece, este es un elemento constructivo en la configuración de la conciencia social, o una conciencia social de nuevo tipo, donde se inserta a cada sujeto y a su vez es una manera de integración por medio del consumo de bienes, como forma de solución a problemas de orden inmediato en la integración a la sociedad, es decir, al mercado.

El capitalismo y sus formas de adaptabilidad, ante la problemáticas de integración social, así es posible endeudarse por comida en los supermercados, con tarjetas de crédito de los mismos; y sin lugar a dudas esto puede mantener un nivel de estabilidad, inmediata como anteriormente se menciona, pero cabe plantearse que tipo de conciencia que tipo de sujetos se construye y hasta que punto dicha base subjetiva es capaz de sustentar el comportamiento del consumo social en el Chile actual, entendiendo la integración a la sociedad como sinónimo de integrarse al mercado.

Se podría decir, a primera vista estos elementos parecen ser alternativas inmediatas a la sobre vivencia en este mundo, parecen ser las herramientas mas a la mano para encontrar la tan anhelada satisfacción personal; y resulta evidente que los criterios de eficiencia son definitivamente efectivos en lo inmediato, son capaces de resolver los problemas de sectores de la población, desde un crédito de consumo, unas horas extras y un sostenido nivel de competitividad resultarían ser elementos que permiten sortear con una relativa facilidad el diario vivir para un número importante del pueblo.

Por otra parte, más allá de lo inmediato, más allá de lo efectivo de una política de integración al mercado o la oferta y demanda de bienes del mercado, debemos pensar en los modos producción, en los modos de vida que sostiene esta manera de funcionar en la sociedad y cual es la subjetividad que se construye en torno a esta forma.

Desarrollemos el endeudamiento, que se crea como una herramienta inmovilizadora que es capaz de consumir a grandes sectores de la población, dando una aparente capacidad de gasto y consumo en dispositivos de de captura para el largo plazo, ya que el consumo, como mencionamos, resuelve en lo inmediato pero encadena el futuro.

Por otra parte las condiciones laborales, la expropiación de la fuerza de trabajo, en las horas extras para los poderosos y no para la familia y el país como un mecanismo de insatisfacción humana, que es capaz de sostenerse subjetivamente, que es capaz de mantener una maquinaria productiva no menor, con un ejercito de asalariados enorme entre la formalidad, la informalidad, provocando una precariedad laboral agudizada por la mal llamada flexibilidad laboral.

Así podemos categorizar una organicidad social y subjetividad de nuevo tipo que es capaz de hipotecar la estabilidad de la familia en torno a las largas jornadas laborales, hipotecar la sobre vivencia de los vínculos comunitarios que se generan al interior de los espacios laborales, en pos de una productividad y mantenimiento de una tasa de ganancia para los señores del poder, sin ninguna expresión de descontento social, y específicamente en el segmento asalariado (privilegiados por su formalidad laboral. en comparación con el número cada vez mayor de informales), que vive cotidiana y materialmente dichas condiciones de relaciones sociales y laborales.

Otro factor relevante a revisar al hablar del tipo de ser humano que se construye por el neoliberalismo, son las políticas de seguridad ciudadana, planteadas para generar un control preventivo sobre la delincuencia, pero sobre todo para generan como efecto social generalizado, una creciente sensación de inseguridad frente a cualquier figura de anomalía, manifestada principalmente en la juventud popular, los jóvenes de nuestra clase. Estas políticas promueven la construcción de una doctrina de ciudadanía policíaca con una clara tendencia a la distinción y la diferenciación de clase, del contexto de pobreza y desventaja en que ellos mismos viven.

De esta forma hablamos de políticas dirigidas a rotular y etiquetar al sector marginal y popular, a definir y a plantear una estructura social de guerra y así una descomposición comunitaria en medio de la condición existencial de la pobreza y miseria, este sistema ha sido incluso capaz de generar un sentido social al interior del mundo popular que lleva a que los pobres se sientan inseguros en sus territorios, a siendo suyo el discurso oficial que se cristaliza en los vecinos de la población y amedrentados por una inseguridad que no es tal en cuanto realidad objetiva y es mas en cuanto dato estadístico que construye realidad por medio de los medios de comunicación , basado en sensaciones, donde se instala el discurso de los buenos y malos pobres, es decir, quien esta más inserto dentro del discurso sistema y quienes menos, a su vez haciendo creer a los pobres, que por la acumulación de meritos para el ordenamiento social vigente o la fidelidad al consumo se consigue asenso social, siendo este elemento tremendamente cruel, ya que Chile es uno de los países que en conjunto con la mala distribución de la riqueza, presenta uno de los índices mas bajos en la movilidad social.

Basado en lo anterior es importante mencionar, que una de las grandes debilidades que presenta la izquierda tradicional, no solo en nuestro país- es haber desarrollado una experiencia de construcción ligada sólo a categorizaciones objetivas de las condiciones de existencia del pueblo y sectores mas amplios de la sociedad; descuidando de esta forma las manifestaciones de la conciencia social, política y revolucionaria.

De todas formas evidenciamos y se fortalece que existe este acercamiento entre las políticas y las iniciativas del bloque de poder (económico) y el bloque en el poder (administradores), siendo cada vez mas escasas las diferenciaciones, estructurando un espacio de disidencia que tiene que ver con elementos de orden cultural ideológico mas que elementos de fondo relacionados con el modelo y la administración en lo orgánico como en las política de este.

Todos estos elementos nos entregan una visión general, respecto del comportamiento de la sociedad chilena en su dimensión subjetiva, en dialéctica relación con las condiciones objetiva como paralelamente a entregarnos cuestionamientos y posibilidades de recomposición del pensamiento y la acción revolucionaria.


Legitimidad del Modelo

Los pilares fundamentales con que se sustenta el modelo neoliberal dentro de la lógica de dominación, legitimidad y hegemónica se basa en sustento principalmente ideológico, a partir de la construcción y promoción de valores como, la competitividad, el individualismo, el consumo desenfrenado dentro de un sistema que define lo bueno y lo malo, lo feliz y lo infeliz, lo bello y lo feo, en fin, nos marca las sendas del desarrollo humano bajo sus propias lógicas, que se presenta como verdad única e incuestionable.

Como segundo eje el tipo de relación que establece el Estado en su conjunto con el pueblo, el tipo de vínculos que promueve este por medio de sus políticas publicas y no será difícil evidenciar que mas allá de los beneficios sociales y las desventajas que estas políticas generan sobre sectores de la población, estructuran nuevamente una competitividad de la humanidad individualizada.

Así vemos que el último decreto de ley en torno al problema de la vivienda, afirma que se debe promover la realización de entidades organizadoras, que desde el estado y con una ligazón directa a la esfera privada organice a la gente para una supuesta solución del problema o de un área del problema de la vivienda social en Chile, desplazando a los tradicionales e históricos comités de allegados y comités de deudores habitacionales de la esfera de la organización social de los sectores populares, instalando no solo la ideología dominante sino la organicidad que desean los poderosos para los pobres.

Otro elemento a rescatar es el papel que a cumplido el Estado, sus instituciones en el conflicto de las comunidades mapuches desconociendo el tipo de organización histórica que han tenido y manteniendo la falsedad del Estado único chileno, tratando de imponer la existencia en un conflicto de privados, donde el Estado son solo actúa de buena fe como mediador, pero al menor atisbo de nación, de autonomía, y de rebeldía surge inmediatamente su incondicionalidad a las trasnacionales y sectores criollos dueños de la riqueza utilizando toda su fuerza legal (no justa), represiva e instuticional.

Como otro ejemplo dice relación con el carácter coyuntural del Estado Chileno, es bastante fácil dar cuenta que en el ultimo tiempo y en las coyunturas políticas mas recientes (no solamente electorales) el estado ha demostrado una capacidad real para dar respuestas a varios problemas sociales, haciendo con esto mas pequeña el área de desenvolvimiento el desarrollo de una política revolucionaria, en el caso que se siga trabajando con matrices anquilosadas y tradicionalmente asociadas a otra forma de organización y etapa del capitalismo.

El caso de las luchas de los pueblos originales, los estudiantiles y el caso de los deudores habitacionales son expresiones concretas de lo que aquí se esta manifestando, siendo estas lecturas necesarias, para estructurar una mirada que nos hable que el tema de la solución del problema de dar mas crédito, en el caso de las luchas estudiantiles, puede generar un ejercito de deudores universitarios al largo plazo, solo por mencionar una posible tendencia del conflicto social en el caso de la decisión de proyectar la mirada en el tiempo, o la represión directa en los mapuche


Legitimidad y Sistema Político.

La izquierda tradicional suele realizar análisis excesivamente subjetivos, basados en la potencialidad que aún no se manifiesta, sobre la situación política nacional, sobre el acontecer del presente, quizás porque la derrota nos instala un tremendo miedo a asumir la desventaja en la que nos situamos.

Es evidente que el nivel de aprobación popular con el que finaliza el gobierno del presidente Ricardo Lagos, la alta votación de la candidata mujer Michel Bachelet y la alta votación (municipales y presidenciales) obtenida por la derecha, habla de que el modelo esta legitimado, que esta con bases sólidas en la ciudadanía, que su sustento o apoyo ciudadano es real, no podemos hacernos los tontos frente a esto.

Si Sumáramos la votación de la derecha, encontramos un nivel de aprobación electoral para la derecha en primera vuelta representado en el 48,63%. por su parte el bloque de la concertación, encabezada por Michel Bachelet, logra un 45, 95 %, en la misma campaña presidencial, El candidato de la izquierda electoral, Tomas Hirsh, obtuvo un 5,4% de la votación, es decir, la totalidad de los votos que representan la administración neoliberal en el poder significan una sumatoria de 94,68%.

Todos estos elementos nos hablan de una legitimidad del modelo por medio de las elecciones, pero los votos no expresan ni resuelven los problemas del pueblo ni representan la participación de éste, sólo formaliza una legalidad “democratica”.

Esto nos plantea un gran desafió que dice relación con ir entendiendo a las elecciones como procesos en donde el pueblo se expresa, donde sectores de la sociedad manifiestan parte de su realidad y su nivel de conciencia, parte de su apoyo al bloque en el poder y la administración del neoliberalismo; pero principalmente evidencia la inexistencia de una alternativa real, viable de poder popular, una alternativa que sea capaz de hacerse cargo de los problemas reales del pueblo, que se manifieste de manera nítida en todos los espacios del pueblo y no se plantee de forma súper estructural y ajena a las realidades del mundo popular.

Es por esto que podemos afirmar categóricamente que la relación existente entre la votación y la legitimidad del modelo y su forma de administración política no es directamente proporcional, es necesario plantear una justa variabilidad en esto, una capacidad de entendimiento que se relacione con lo complejos de la realidad del pueblo, un voto de derecha es un voto de descontento al gobierno de turno, no necesariamente es un voto a favor del neoliberalismo, este voto, esta tendencia , debería avanzar a ser revertida por una iniciativa política surgida desde los sectores de las grande mayorías populares.

Pero no solamente los votos nos hablan de esta legitimidad, también podemos advertir que esta se expresa en fenómenos sociales como:

• El comportamiento electoral (caso que ya veíamos)
• Fiestas ciudadanas organizadas por la concertación.
• Las fiestas políticas de cambio de mando, específicamente la ultima que recibió Michel Bachelet como presidenta de chile.
• La debilidad ideológica del voto contra el modelo manifestado ampliamente por el PODEMOS, es evidente que dicha debilidad se sumo a la alternativa del mal menor y no a la alternativa del voto Nulo.

Acumulación de fuerzas para la construcción del poder popular

La caracterización nacional presentada, nos sitúa en una posición de desventaja, pero a su vez, nos plantea una inmensa labor y nos demanda poseer una fuerte convicción por la necesidad de cambiar radicalmente esta realidad; de transformarla y paralelamente ir avanzando en la construcción de una sociedad socialista y el tipo de sujetos a construir con una alta condición de ética y valores socialistas que debemos construir desde hoy hasta el porvenir.

de esta misma forma no podemos definir nuestra acción en contextos aislados y voluntariosos según nuestros deseos, debemos tratar de pensar nuestra práctica en relación al conjunto de la sociedad, a la totalidad de los que hoy vivimos bajo la iniciativa política, económica, social y cultural de los dueños del poder.

Es precisamente por esto y tratando de ser coherente con algunos elementos planteados anteriormente, relacionados con lo objetivo y lo subjetivo, que hoy se debe avanzar en impulsar procesos de luchas sociales y populares, capaces de articular la dimensión objetiva de la desventaja social de los sectores marginales y populares, esto unido paralelamente e ir entregando o mas bien construyendo una nueva subjetividad al calor de estos elementos, una subjetividad relacionada con la identidad de clase, con el entendimiento de la articulación de sectores políticos y sociales en los procesos de lucha, que tenga que ver con la noción y la confianza en las propias fuerzas del pueblo, que por lo general siempre han demostrado poseer grandes dosis de subjetividad; expresada en audacia, innovación, creatividad lealtad, etc.

Hace años, las tendencias impuestas señores del poder que aquí se han mencionado y caracterizado de forma débil, han ido encontrando respuestas sociales por parte de actores protagonistas de su presente en el contexto del mundo político popular, muchos y de diversas maneras, con aciertos y desaciertos han tratado de avanzar en la construcción de respuestas sociales y políticas al actual modelo, es importante tener presente que la iniciativa de los poderosos hoy no carece de respuesta, son múltiples las luchas colectivas que tienden a reaccionar y construir la formas de organización y expresión que hoy surgen en la independencia de los postergados, luchas aisladas y con objetivos limitados característicos de los movimientos sociales y el expontaneismo que se ve reflejada en las luchas cotidianas sin prever las medidas de la reacción tanto políticas, económica como represivas, sin aspiración real de poder, pero independiente de esto estos hermanos en la trincheras hoy comprenden la necesidad de pasar a una etapa superior de organización del pueblo en pos de la construcción del poder popular.

Es así como es importante rescatar y nombrar algunas expresiones político-organizativas de sectores populares y marginados de nuestra sociedad:

La Lucha del Pueblo – Nación Mapuche.

Las luchas de los estudiantes universitarios.

Las luchas de los deudores habitacionales del Serviu.

La lucha de los “Sin techo” o Allegados Habitacionales.

Las Luchas por la libertad de los Presos políticos y las que ellos emprendieron al interior de las cárceles de esta democracia neoliberal.

Protestas y Movilizaciones populares de carácter anti Imperialistas (Marchas y protestas Anti- APEC)

Movilizaciones masivas de los estudiantes secundarios en distintos sectores del país.

La generación de preuniversitarios populares y organizaciones, culturales a nivel territorial-poblacional en diversos sectores de Chile.

Movilizaciones del Movimiento indígena – Ecologista en contra de la construcción de la central Hidroelectrica Ralco.

La Lucha de los pescadores artesanales.

La Lucha de los pensionados. etc.

En Chile hoy ya no se encuentra ante grandes conglomerados sociales en áreas productivas, tampoco nos encontramos a polos de desarrollo que contengan a sujetos con una identidad colectiva fuerte; y es en este sentido donde cobra vigencia lo territorial, como espacio para la construcción social de una alternativa al actual modelo, el territorio como un lugar donde se expresan las múltiples contradicciones del modelo, la pobreza en todos sus planos, la drogadicción impuesta por la mano negra de los poderosos, el hacinamiento, la delincuencia entre pobres, la violencia intrafamiliar, la carencia de acceso a bienes de uso publico y un sin fin de elementos que hoy caracterizan la realidad de los territorios.

Conclusiones y tareas

Si bien este escenario nos debe situar en una perspectiva futura, donde no nos debe llamar al descanso y el relajo, debemos intentar mirar con una altura que nos permita ver los errores, buscar caminos de superación y alternativas para invitar a los mas y ser mas unidos entre los que hoy estamos mas o menos convencidos que esta realidad debe ser distinta y similar a nuestros sueños.

Los hechos y fenómenos mencionados anteriormente dan cuenta de una lenta y sostenida acumulación de fuerzas social y política por parte de la amplia oposición antineoliberal, (periodos demasiado lentos) no podemos dejar de mencionar que hoy son grandes los desafíos que se plantean, algunas de estos son:

1. Situar nuestras expectativas en relación a nuestras capacidades reales de construcción, entender que lo que podemos y no podemos hacer esta determinado por nuestra fuerza propia y el contexto en el que nos ubicamos. De lo contrario podemos caer en la frustración de no cumplir con las tareas y los objetivos que nos planteamos ambiciosamente. Las luchas del pueblo crecen y se fortalecen con victorias, no con derrotas.

2. Superar el nivel de dispersión existente en esta oposición, superar la fragmentación y la falta de confianzas políticas existentes. Planteando expectativas reales en torno a los objetivos que presupone la unidad popular y la articulación hoy en día.

Articularse para actividades especificas, para coordinar acciones, trabajos colectivos, etc. no es mejor ni peor que coordinarse para construir un programa de lucha y una orgánica para el largo plazo; el sentido siempre lo impone nuestra realidad y nuestras capacidades, siendo este un gran objetivo pendiente.

3. Crecer en la capacidad de construir solidaridad real en las luchas y los procesos de construcción de alternativas al modelo, debemos ser capaces de abrir nuestras parcelitas y esfuerzos para fortalecer experiencias que bajo una lectura objetiva y materialista de la realidad, resultan ser beneficiosas para el conjunto del campo popular. No olvidemos que si a nuestros compañeros les va bien, nos va bien a todos.

4. Avanzar en construir una política que sea de lucha rebeldía e intransigencia con nuestros enemigos de clase, pero que promueva consensos al interior de la trinchera (de los que luchan)

5. Avanzar en la socialización de experiencias de construcción popular, es imposible avanzar en la articulación si no somos capaces de abrir nuestras experiencias a nuestros hermanos y hermanas de lucha; no podemos cuestionar nuestras verdades, si no somos capaces de abrir las nuestras y sobre todo abrirnos a conocer las de los otros.

6. Instalar en nuestras lógicas la necesidad de irradiar hacia el resto de la gente una profunda sensación de amor y dignidad por lo que hacemos, una manera de avanzar en el convencimiento de amplios sectores, es mostrándonos como decimos que somos, solidarios, afectuosos y por sobre todo, consecuentes en nuestra vida cotidiana, consecuentes en las mínimas expresiones, consecuentes en nuestros espacios de discusión, creación, construcción, territorio y organización política.

7. Crecer social y políticamente con la convicción de que el pueblo avanza con su independencia de clase, de que mas allá de su adhesión –orgánica o no- a una organización política u otra, lo relevante es que sean estos sectores del pueblo los que se sientan protagonistas de su presente, constructores de sus estrategias y de su poder, de su ejercicio del poder popular.

Los militantes de las organizaciones revolucionarias y progresistas del presente deben asimilar este elemento; es una amenaza a largo plazo no pensar en esa dirección. Esto tiene que ver con la necesidad de ir facilitando, orientando y aportando en el proceso de construcción del poder del pueblo, sin ser nosotros los que capitalicemos eso para ideas exógenas a la inmensa complejidad del campo popular, sino que sea la misma estrategia de poder de los pobres y sectores amplios de la población, la que valla construyendo su visión, su programa (Máximo-Mínimo), su herramienta, sus formas de lucha, etc.

8. Avanzar en la generación de una política de construcción que este dirigida a los no convencidos, a los sectores sociales que por motivos hoy no se encuentran, en procesos de lucha y construcción, eso implica ponerse en el lugar de los otros, de ser humildes frente a nuestras verdades y aceptar la diversidad de realidades y verdades existentes al interior del campo popular.

9. También se hace presente aquí la necesidad de plantear como tarea la generación de procesos de evaluación y planificación de los procesos de construcción político-social a nivel local; procesos de planificación y balance que sean cada vez mas similares en lo metodológico, para ir construyendo balances locales que permitan ir asimilando la realidad concreta de cada sector y territorio.

Estos Balances pueden tender a evaluar elementos como:

  • Visualización de ejes sociales de aglutinamiento a nivel territorial.
  • Capacidad real de influencia política -más allá de la adhesión orgánica de sujetos específicos en los sectores o territorios.
  • Capacidad de entregar conducción política.
  • Capacidad para especificar los lineamientos globales de las organizaciones o núcleos políticos en el plano local-territorial, etc.

10. Ser capaces de ir construyendo una estrategia de poder en el plano cotidiano, es desde ahí, por medio de la inserción sectorial y territorial, de donde surgirán los elementos de una estrategia, una táctica; desde la relación inmediata con la realidad social, no desde una relación mediada por interpretaciones y datos que por mas bien intencionados, no representan la totalidad y la complejidad que contiene la realidad del campo popular y sectores amplios que hoy vivimos bajo la iniciativa política, económica y cultural de los dueños de la riqueza.

Esta idea sostiene aún más en las condiciones actuales, donde, a diferencia de antes, no existen sujetos colectivos capaces de interpretar y realizar proyecciones a partir de abstracciones y elaboraciones macro de la sociedad. Esa fuerza teórica e intelectual de los revolucionarios hoy no existe en forma concreta.

9. Hoy es necesario pensar con un sentido real y no como consigna etérea o del mañana que no llega solo, el tema de la unidad popular, de los revolucionarios, eso se debe expresar en la actitud humilde de las organizaciones políticas y sus dirigentes, debemos ser capaces de pensar que este proceso es mayor que cualquiera de nuestras organizaciones, mayor y superior cualitativa y cuantitativamente. Debemos tener convicción en la convergencia, no solamente en la posibilidad de dirigir estos procesos mayores de reagrupamiento de los revolucionarios.

Frente a esto: ¿Como construir alternativas para los mas?, ¿cómo proponer alternativas, cuando el modelo efectivamente entrega respuestas, cuando el modelo y la clase política, entregan beneficios en periodos electorales por unos votos mas y unos votos menos?

Este sin lugar a dudas es uno de los grandes desafíos que nos impone el actual periodo, un desafió que debería tener un correlato directo con la construcción de una sensibilidad y un sin fin de habilidades al interior de esta franja de militantes políticos, que apunte hacia las mayorías, hacia la vivencia cotidiana de los desposeídos y no la auto referencialidad político - ideológica de nuestros pequeños espacios de construcción, la auto - referencialidad de nuestras limitadas, locales, parciales experiencias.

Esto debería orientarnos a pensar líneas de acción política que se dirijan a sectores sociales mas amplios que los que puede englobar un concepto clásico y limitado de pobreza, lo importante es ser capaces de articular estas denuncias y propuestas políticas con la característica de clase que atraviesa a la totalidad de dichas problemáticas; nadie puede negar que el endeudamiento posee una dimensión de clase como factor explicativo; la estigmatización de la mundo popular de la misma manera. Nada nos puede llevar a dejar de lado, elementos que esta sociedad produce de forma adversa para las grandes mayorías; la lucha contra el neoliberalismo es una lucha por el ser humano, la construcción de la unidad popular, es la construcción de un mañana socialista, un vida justa, solidaria para todos.

POR LA UNIDAD POPULAR Y EL SOCIALISMO: LA PATRIA VENCERA

poder popular

La construcción del poder popular

El poder es uno de esos temas cuya historia es tan antigua como la humanidad. Desde siempre, a pesar del individualismo liberal, sabemos que el hombre es un ser esencialmente social. Nunca existió el ser humano solo, en soledad absoluta. Pues bien, la simple relación de dos personas plantea el problema del poder. Si queremos influir en un cambio social, si pensamos en la revolución, resistiendo la corriente de considerarla como una cosa del pasado, propia de mentes simplemente románticas o nostálgicas, no podemos menos de replantearnos ese problema tan antiguo y tan nuevo. Es lo que trataré de hacer en estas breves reflexiones.

1. - El poder como objeto.

En los movimientos sociales y políticos de las décadas del 60 y 70 que marcaron profundamente a nuestra sociedad, el problema del poder fue planteado con fuerza, en contra de concepciones de izquierda tradicionales para la cual el tema se postergaba de manera indefinida. Partidos considerados siempre de izquierda como el Partido Comunista, los diversos Partidos Socialistas, las variantes maoístas y trotzquistas no se planteaban el problema del poder. No significa ello que no hablasen sobre el poder. El asunto es que para ellos el problema no se imponía como una exigencia perentoria a realizar. No se cuestionaba en los hechos seriamente el poder del capitalismo. Por una u otra razón, la revolución estaba postergada, de manera que había tiempo de sobra para debatirlo. El problema, en cambio, adquirió no sólo actualidad, sino exigencia perentoria en las diversas agrupaciones y partidos de una nueva izquierda, por llamarla de esa manera, que se proponían hacer la revolución. Ello significaba, terminar con la sociedad capitalista, sustituirla por una sociedad socialista. Ya no se trataba de una meta lejana, sino de algo que estaba en cierta manera a la mano. El debate sobre el poder fue intenso, y las concepciones, diversas, pero todas, de una u otra manera se sintetizaban en "la toma del poder". En realidad la expresión pertenece a la teoría que fundamentó los procesos revolucionarios del siglo veinte. Toma del poder, asalto al poder, asalto al cielo, son expresiones equivalentes. Sin duda que son movilizadoras, encienden en la imaginación figuras utópicas que impulsan a la voluntad para la lucha. El poder, en primer lugar, es concebido como un objeto. Así como se puede tomar, asir, o, en términos populares, "agarrar" un objeto, también se puede tomar o agarrar el poder. De esta manera, se piensa que no se tiene el poder, no se lo ejerce, hasta que no se lo ha tomado. El poder está en manos de las clases dominantes, de los grandes consorcios, del ejército. En fin, alguien, o algunos lo tienen. Se trata de arrebatárselo. En segundo lugar, el poder está en un lugar determinado. Ese lugar puede ser la "

La moneda”, Campo de Mayo o La Tablada. Quienes están ahí tienen el poder. Para arrebatárselo es necesario trasladarse hasta ese lugar.

La columna del Che, desde la sierra Maestra a Santa Clara, y desde allí a la Habana, o la "Larga Marcha" a Pekín son símbolos de este ir hasta el lugar donde se encuentra el poder, para tomarlo, arrebatándoselo al enemigo. El poder, en consecuencia, es como una cosa que está en un determinado lugar al que hay que trasladarse para tomarlo. Algo semejante a la expedición de los Argonautas dirigidos por Jason a la Cólquide para arrebatar el célebre "vellocino de oro". Pero ya se sabe, semejante tesoro está bien guardado, bien custodiado. La marcha para su conquista no es una fiesta, sino una lucha. Menester es tener la organización y los instrumentos necesarios para dar esa lucha. El instrumento por excelencia es el partido político. Para la toma del poder se necesita un partido revolucionario y para que éste lo sea, debe estar constituido por el sujeto o los sujetos revolucionarios. Como en la teoría marxista tradicional el sujeto revolucionario es el proletariado, el partido debe ser un partido obrero y, su meta próxima es la conquista del poder y el establecimiento de la dictadura del proletariado. El concepto de "dictadura del proletariado" es por demás significativo. Normalmente significó lo contrario a la democracia, en cualquiera de sus formas. Entiendo que no fue ésa la concepción de Marx, en el cual, por otra parte, el concepto es marginal, nunca tematizado. Pero en él el concepto de dictadura no se oponía al de democracia, en el sentido de elecciones, partidos políticos diferentes, en la medida en que consideraba que las democracias burguesas eran dictaduras. Ello significa que para Marx la dictadura implicaba la dominación de una clase sobre las otras, no necesariamente la de un partido político. Así como la dictadura de la burguesía se ejerce mediante diversos partidos políticos, lo mismo podría hacer el proletariado. Quiero decir que la lógica de la dominación de clase no implica necesariamente el partido único.

El establecimiento de las dictaduras del proletariado ha producido resultados decepcionantes. Los partidos revolucionarios que lograron la toma del poder establecieron efectivamente una dictadura que se llamó "dictadura del proletariado" pero que, en realidad, fue una dictadura del partido, del aparato burocrático y finalmente del líder, depositario de la ciencia. La revolución se había realizado para construir una sociedad plenamente liberada, con igualdad efectiva de derechos para todos. La realidad fue decepcionante. La dominación no fue quebrada sino sustituida. Los revolucionarios pasaron a ser los nuevos señores. Mentiras, crímenes y corrupción acompañaron a la nueva sociedad, que no resultó nueva, sino antigua. La caída del Muro de Berlín es el símbolo de la derrota de las revoluciones que tomaron el poder. Hablar de traición, referirse a las condiciones difíciles en que se produjo la revolución soviética, a la temprana muerte de Lenin y a otras circunstancias, de ninguna manera logran explicar un fracaso tan rotundo. Volver al debate entre Lenin y Rosa Luxemburgo pude ser un ejercicio excelente, no para darle ahora la razón a Rosa, sino para bucear en el destino de una revolución realizada por una organización, el partido político, que "toma el poder".

2. - Hegemonía y poder.

Como es sabido el triunfo de la revolución en la Rusia zarista y las derrotas de los intentos revolucionarios de la segunda década del siglo XIX en Alemania, Hungría e Italia, llevaron a Antonio Gramsci a una profunda reflexión sobre las causas de tan dispar destino de los intentos revolucionarios. La contribución más importante de estas reflexiones gira alrededor del concepto de hegemonía que, desde entonces figura en todas las elucubraciones que tienen que ver con la realidad política. Me interesa en estas reflexiones trabajar sobre la relación que veo entre dicho concepto y la construcción del poder popular, reinterpretando el concepto de hegemonía, o, incluso, corrigiéndolo. Para empezar, hay una observación importante que hace Gramsci al referirse a las diferencias existentes entre las tareas que le esperan a la revolución de octubre y las que es perentorio realizar en las revoluciones de los países centroeuropeos. Siendo la sociedad zarista una sociedad en la que prácticamente no había sociedad civil, tomado el Estado, o la fortaleza, como lo denomina Gramsci, la tarea a realizar era nada menos que la de crear la sociedad civil, lo que significa, crear la hegemonía, entendida ésta como consenso de los ciudadanos. Ese consenso es poder. Construir la hegemonía es construir poder, poder horizontal, democrático. Esta tarea no puede ser creada desde arriba, pero es el único lugar en que esa revolución la podía realizar. Una contradicción prácticamente insoluble, como se mostró ulteriormente.

Como se ve, me estoy sirviendo del concepto gramsciano de hegemonía, pero transformado o reinterpretado, como se quiera. Es muy difícil, por no decir imposible, que la revolución soviética no terminase. De hecho, esto ya había sido expuesto por Hegel en la célebre dialéctica del señor y el siervo. El camino del señor es un callejón sin salida. Desde el poder de dominación, aunque éste se denomine "dictadura del proletariado" es imposible pasar a una sociedad del mutuo reconocimiento. Los sujetos no se realizan por una concesión que hace desde arriba. Se conquista en una lucha en la que los siervos, dejan de serlo, no se reconocen como siervos, sino como sujetos. Gramsci plantea correctamente, para las sociedades avanzadas, con sociedad civil ampliamente desarrollada, que la hegemonía debía preceder a la toma del poder o del Estado. Creo que ese principio vale para toda revolución y no sólo para las sociedades avanzadas, porque si la hegemonía no se construye en el camino, no se la construirá posteriormente. Se repetirán las prácticas anteriores. La hegemonía como consenso democrático no puede ser construido desde arriba, porque ello implica subordinación. Quien detenta el poder del Estado o el poder político y económico puede obtener legitimación, que implica aceptación de la dominación, pero no hegemonía en el sentido de consenso democrático. Éste sólo puede lograrse desde el seno de la sociedad civil. Es una construcción que se realiza entre iguales. Algunos ejemplos históricos ilustrarán lo que quiero expresar. Tomaré dos de los más significativos, el del cristianismo primitivo y el de la Revolución Francesa. El primero como un caso histórico que muestra la conquista y la pérdida de la hegemonía, y el segundo, el de una conquista que se mostró irreversible. Después de la muerte de Jesús de Nazaret que había bregado por una revolución igualitaria en la sociedad hebrea del siglo primero, sus discípulos, una vez recuperados del desconcierto de la derrota que significó la muerte de su líder, comenzaron a repensar su práctica en un contexto totalmente distinto. Efectivamente, del pueblo hebreo, en el cual había una historia en la que se insertaba el proyecto liberador de Jesús habían pasado a habitar en pueblos sometidos por el imperio romano, en los que la única manera de insertar el proyecto era enfrentar al poder opresor del imperio. La tarea que emprenden es la de una verdadera lucha por la hegemonía que implica, entre otras cosas, reinterpretar determinados símbolos, cambiando su sentido, de opresor en liberador, y crear otros.

El segundo ejemplo al que me quiero referir brevemente es la Revolución Francesa. Todos los grandes teóricos de la revolución socialista, ya se trate de Marx, Engels o Lenin, la han tenido en cuenta. Gramsci la propone como uno de los casos históricos, tal vez el mejor logrado, de conquista de la hegemonía, que la tornó irreversible. Efectivamente, la lucha por la hegemonía se produce a lo largo de dos siglos, XVII y XVIII, En el primero se sientan las bases filosóficas del consenso, la racionalidad burguesa, que debía sustituir a la racionalidad medieval. Son Descartes, Malebranche, Spinoza, Leibniz, Locke, Hume y otros quienes se encargan de la tarea. En el siglo siguiente, se da propiamente la lucha ideológica, la construcción del nuevo consenso, con nombres como los de Voltaire, D´Alambert, Diderot. La Enciclopedia es el símbolo máximo de esta etapa. A fines del siglo ya el nuevo consenso se había logrado, lo que significa el poder burgués había sido construido. El poder ya no se encontraba ya no se encontraba en Versalles, sino en el Tercer Estado. Sólo había que cambiar los símbolos, el rey, la corte, y poner los nuevos, correspondientes a la República. El símbolo máximo del poder monárquico, la Bastilla, se encontraba vacía.

3. - El poder como relación social.

El poder, decíamos, no es un objeto o una cosa que se encuentra en algún lugar al que es necesario ir para tomarlo. Es una tendencia difícil de vencer, como anotaba Hegel, poner en movimiento las representaciones propias del entendimiento. El poder concebido como objeto no es otra cosa que una representación del entendimiento. Menester es fluidificarlo, ponerlo en movimiento. El poder es una realidad propia del ámbito de las relaciones humanas que, de una u otra manera, siempre son sociales y políticas. No existe, no es, igual que los sujetos. Se hace, se construye en la misma manera en que se construyen los sujetos. Éstos, para crearse, empeñan una lucha a muerte por el reconocimiento. Esta lucha genera poder. Todo cambio, toda transformación, toda revolución que se proponga siempre tiene en su centro el tema del poder que significa quién y como será reconocido. La frase que he puesto como acápite es el corte que le da Jesús a la discusión que se había entablado entre los componentes más cercanos de su movimiento, cuando, al dirigirse a Jerusalén pensaban en el triunfo de la propuesta liberadora.

Los dirigentes del movimiento de Jesús discuten sobre cómo se van a repartir el poder en la nueva sociedad, y Jesús les replica que no habrá nada que repartir, porque habrá que pensar el poder de una manera totalmente distinta, contraria a la que ellos pensaban. No como poder de dominación, no en la relación señor-siervo, sino como diaconía, como servicio, como mutuo reconocimiento de sujetos plenamente libres. Ese poder no puede empezar a construirse una vez que "se lo ha tomado", porque en realidad entonces lo que se ha hecho es ocupar el lugar que antes tenían "los otros". No se rompe la relación señor-siervo, aunque se sostenga que ello constituye una fase para romper la dominación anterior. La célebre "dictadura del proletariado" debe instalarse en función de la diaconía, no para llegar y quedarse a perpetuidad. El poder es esencialmente relación social, relación de reconocimiento. En ese sentido es fluido, circula, cambia. Pero necesita momentos de reposo, de instalación. Es el momento de las célebres estructuras, sin las cuales todo poder se evapora. La mínima relación, la que se produce entre los sujetos, es lucha por el reconocimiento y, en consecuencia genera un ámbito de poder. En ese sentido todos hacemos ejercemos y se ejerce poder sobre nosotros.

Crear nuevo poder, crear poder popular significa crear nuevas relaciones humanas, nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones políticas. Éstas no pueden comenzar cuando, por ejemplo, de tome el aparato del Estado. Se realizan en el camino, en el proceso. Si el otro es un objeto para mí, o un súbdito, mero soldado del partido o de al organización, se está reproduciendo el poder de dominación. Microfísica del poder, en consecuencia, y redes del poder. Pero dicho así es una media verdad y, en consecuencia, un error. Los poderes que circulan entre los componentes de una sociedad, se encuentran englobados en megapoderes. De la microfísica es necesario pasar a la macrofísica, no en forma línea sino dialéctica. Los pequeños poderes se encuentran englobados en los megapoderes. No hay paso lineal de unos a los otros. Esto significa que toda lucha, ya sea barrial, poblacional, campesina, en las cárceles, en la escuela, en la familia debe conectarse dialécticamente con una lucha más amplia, que tenga como horizonte la totalidad. Si ello se pierde de vista, estamos condenados a movernos en un círculo sin salida. Es un magro consuelo o una burla decirles a los pobres hambrientos y cesantes que ellos también ejercen poder. Micropoderes, redes de poder, circulación de poderes, fluidez de relaciones. Todo ello es cierto, pero toda fluidez tiene momentos de condensación. Dicho de otra manera, el movimiento popular de los marginados necesita estructurarse.

4. - Lo social y lo político.

La revolución burguesa o capitalista produjo una escisión entre el ámbito político, perteneciente al Estado, y el de la sociedad civil. Los estamentos, grupos sociales en los que lo político y lo social se encontraban completamente soldados, se rompen. Pasan a ser clases. Su significado ya no es directamente político como en los estamentos, sino "social". Son las clases sociales. Aristóteles había definido al ser humano como "animal político". La traducción que se realizó como "animal social", no tiene ningún sentido si con ello se quiere hacer una verdadera exégesis de lo expresado por el filósofo griego. Lo social como diferenciado de lo político estaba completamente fuera del horizonte cultural griego. Lo mismo pasaba en la sociedad feudal y en las sociedades precapitalistas de América, que se escalonaban desde un determinado "comunismo primitivo" hasta sociedades tributarias. "La sociedad política", decía Marx en la Cuestión judía, refiriéndose a la revolución burguesa, "destruyó necesariamente todos los estamentos, corporaciones, gremios y privilegios, que eran otras tantas expresiones de la separación entre el pueblo y su comunidad. La revolución política suprimió, con ello, el carácter político de la sociedad civil". Éste es un aspecto fundamental de la sociedad capitalista que se conoce con el nombre general de "la cuestión social".

Fue Hegel el primero en exponer con claridad la diferenciación de los dos ámbitos, el de la sociedad civil y el del Estado, que pasó a ser luego, la diferenciación entre la cuestión social y la cuestión política. Marx hundió su análisis en la sociedad civil, o sea, en la estructura, señalando su carácter político, pero no directamente político como en las sociedades estamentales. De manera que hay una escisión entre lo social y lo político, pero no se trata de una escisión total. Lo que se ha roto es la relación inmediata entre ambos. En lugar de relación inmediata, relación mediata a través de un cúmulo de mediaciones Ello significa que todo es político y todo es social, pero no lo es de la misma manera. Las luchas por los derechos humanos son políticas, sin ninguna duda. Sin embargo su acento no está puesto directamente en lo político, sino en lo social. El deber es, poner un poco de claridad sobre el significado preciso que pretendemos darle a uno y otro concepto. Cuando hablamos de lo político en sentido estricto nos estamos refiriendo al poder, a la voluntad de construir y ejercer el poder para transformar la realidad, se entiende la realidad humana, social, política. Cuando, en cambio, pretendemos significar sólo lo social, nos referimos al logro de determinados derechos, a su reivindicación, sin que de por sí, explícitamente, se plantee el tema del poder.

Cuando se plantea lo político siempre se tiene en mente la totalidad. Lo político por excelencia es el Estado. Allí se concentra, o se debe concentrar el poder supremo. Todo el pensamiento y la acción política tiende a apoderarse del Estado, o mejor, a construir un nuevo Estado. Se hacen análisis y se crean los instrumentos necesarios como partidos políticos, organizaciones políticas de base o intermedias que reciben diversas denominaciones, etc. Cuando se plantea lo social, desaparece, del horizonte, explícitamente el tema del poder. No se piensa en construir un nuevo Estado, ni siquiera en reformarlo. Naturalmente que se dan matices que dejamos de lado, para tipificar en forma pura ambos tipos de comportamientos. Se analizan problemas parciales como falta de agua, insalubridad de la vivienda, destrucción de la naturaleza y se crean organismos para trabajar en esas reivindicaciones. La acción política debiera tener siempre en mente estos dos ámbitos que en la realidad nunca están en estado puro. Son dos ámbitos dialécticamente conectados que tiene cada uno de ellos su propia lógica y sus propios instrumentos. Hay momentos históricos en los que la dominación ha logrado tal fragmentación del movimiento popular, que hace casi imposible una acción política concertada que cuestione al sistema. Son momentos, además, en los que la práctica política es completamente desnaturalizada, corrompida. En esos momentos pasa a primer plano la acción social. Lo político entra en una especie de cono de sombra. Es lo que ha pasado en nuestro país. Organismos de derechos humanos, luchas por los derechos de la mujer, de los homosexuales, niños con condiciones de explotación sexual, movimientos ecologistas, sociedades de fomento, cooperativas, agrupaciones, colectivos de base, movimientos sociales en general y tantos otros, pusieron su acento en lo social. Como lo expresaba un militante de los movimientos sociales: "En el trabajo social somos locales. En lo político, somos visitantes". Esto es una gran verdad, pero tiene su techo. La política neoliberal nos lo hace sentir cada día en forma por demás dolorosa e intransigente. Esto plantea la imperiosa necesidad de que lo social vaya adquiriendo cada vez más, no digo significación política, pues de por sí la tiene, sino organización política que se proponga expresamente la conquista de hegemonía y construcción de poder.

Para ello habría que tener en cuenta algunos criterios fundamentales:

a) No partir de organizaciones o partidos políticos ya estructurados, con línea que se pretende clara para bajarla a los sectores populares que se están movilizando. Esta práctica expresa todo lo contrario de la construcción de una nueva sociedad en la que sus miembros sean sujeto reconocidos.

b) Por el contrario, hacer efectivo que se debe construir con un del "buen sentido" que radica en el desagregado y caótico "sentido común" que se encuentra en dichos sectores. O, en palabras del Che, ayudar a desarrollar "los gérmenes de socialismo" que se encuentran en el pueblo. Toda pretensión de construcción que tenga que ver con una elaboración teórica separada de las aspiraciones, expectativas, valores presentes en los sectores populares, contribuirá a instalar una nueva dominación. El socialismo tendrá sentido y será una verdadera solución si es el despliegue de valores profundamente arraigados en los seres humanos. Ello no significa renegar de la teoría. El problema es que se confunde teoría o ciencia o filosofía con conciencia. La conciencia nunca puede venir de fuera. La conciencia es autoconciencia desde el primer momento, pero sólo lo es implícitamente. Avanza de desde los primeros balbuceos en el plano de lo sensible. Toda teoría al entrar en relaciones dialécticas con la conciencia será motivo de crecimiento de ésta, tanto de la conciencia del teórico como de aquél a quien se comunica la teoría, la cual a su vez sufre un proceso de transformación en el proceso. De avanza de la conciencia a la autoconciencia, o de la conciencia en sí a la conciencia para sí, como dice Marx en la Miseria de la filosofía.

c) No interesa el pregonado problema de la "unión de la izquierda", si ello significa hacer unidos lo mismo que se está haciendo en forma separada. La verdadera unión hay que encontrarla atreviéndose a criticar las formas tradicionales de concepción de los partidos de izquierda e ir confluyendo con inserción verdadera en los sectores populares.

d) Un proyecto alternativo que ya se encuentra en germen en agrupaciones, comunidades, organismos de derechos humanos, luchas de diverso tipo deberá asumir una forma movimientista que será necesario ir descubriendo y construyendo, a medida que se avance. Esto hay que comenzar a hacerlo.

e) Para la construcción de la identidad, sin la cual no hay sujeto, por una parte, es necesario recuperar auténticos símbolos populares como L. E Recabarren, Salvador Allende, Rafael Maroto, Miguel Henriquez, Manuel Rodríguez, El Che y Fidel se están mostrando como poderosos símbolos convocante para las nuevas generaciones. Por otra parte, es necesario dar la lucha en torno a los símbolos arraigados en los sectores populares.

f) Desde las diversas prácticas sociales y políticas es necesario ir confluyendo en un proyecto político común que sea la unión en la diversidad. Para ello se necesita la voluntad política de hacerlo. Por el anterior análisis aquí insinuado éste sería el momento de intentarlo con fuerza.

5. - Desde la base.

a) Recuperación del proyecto y la utopía.

Es absolutamente imposible construir un sujeto, tanto en el ámbito individual como colectivo, sin proyecto, porque lo propio del sujeto es proyectar y proyectarse. Pero no se trata de mirar directamente hacia el gran proyecto que significa luchar directamente contra las transnacionales y los organismos multilaterales como el FMI y el Banco Mundial. Ése debe ser el horizonte, la meta última, por decirlo así. Es necesario proceder por niveles. En un primer nivel, local, se trata de elaborar proyectos que apunten a las necesidades básicas como el trabajo, el salario, la tierra, la vivienda. Para esa tarea se crean organizaciones particulares. Aquí se comienza a construir el socialismo de cada día. El segundo nivel estaría constituido por la región. Las distintas organizaciones particulares crean redes, las cuales juntan los problemas, discuten los temas del poder, de la lucha, etc. Un tercer nivel podría ser el nacional, en el cual ya habría redes de redes, que rematarían en el nivel latinoamericano. El proyecto siempre remata en una utopía. Ésta debe siempre estar presente y actuar en forma crítica frente a toda posible burocratización. Es como utopía que hay que tener siempre presente el comunismo como sociedad en la que se realice plenamente la fraternidad.

b) Recuperación de la memoria histórica.

Así como no hay sujeto posible sin proyecto y utopía, tampoco lo hay sin memoria. La dominación necesita borrar la memoria de las luchas y los símbolos populares, para que no se pueda reconstruir el sujeto popular capaz de cuestionar su dominación. También aquí es necesario distinguir niveles. En el nivel local es necesario reconstruir la memoria del barrio, del colegio, de la Facultad, del gremio, de la parroquia, de la comunidad de base, de la zona, de la ciudad. El segundo nivel sería el regional. De cada zona sería necesario reconstruir la memoria de las luchas populares y sus símbolos. Así de la zona Sur es necesario recuperar la memoria de los mapuches, su historia, sus luchas, sus símbolos. Un tercer nivel estaría formado por la nación. Luchas que atraviesan todo el territorio y toda su historia. Símbolos señeros como allende las torturas y desapariciones, lucha anti dictadura callejera etc.

c) Recuperación la realidad y el sentido del trabajo.

Ser sujeto es hacerse sujeto, crearse como sujeto. Crearse, a su vez, implica crear. En la medida en que transformamos el mundo nos transformamos a nosotros. El acto creativo es esencial al sujeto. El trabajo en su sentido más profundo es precisamente creación. Mediante el trabajo nos creamos a nosotros, creamos los bienes con los que vivimos, y creamos la mística que nos fortalece. El capitalismo revierte este acto esencial del ser humano, y en la etapa neoliberal, literalmente se lo quita a la mayoría de los sectores populares. Recuperarlo, pues, en su realidad y en su profundo sentido es tarea prioritaria. Todos los avances tecnológicos deberían servir para acortar las horas y la intensidad del trabajo necesario para reproducir las condiciones de vida y otorgar tiempo para el trabajo creativo al que cada uno se sienta inclinado.

d) Construcción del poder.

También aquí se trata de no pretender inmediatamente la gran meta, lo que históricamente se conoce como la toma del poder. En primer lugar, porque el poder es ninguna cosa u objeto que se tome y, en segundo lugar, porque es necesario plantearse metas reales, a las que sea posible acceder. El poder no es una cosa u objeto, sino "relación social". Se trata, en consecuencia, de ir creando nuevas relaciones sociales, acordes con lo que pensamos que deba ser una realización del poder que sea efectivamente liberadora. En consecuencia, relaciones lo más horizontales posibles, con la vista puesta en el horizonte utópico de un poder horizontal, profundamente democrático. No es que no queramos transformar toda la sociedad, derrotar definitivamente al capitalismo. Claro que queremos hacer eso, pero debemos tratar de clarificarnos sobre lo que nos corresponde hacer hoy, en un hoy en el que debemos hacer presentes los valores socialistas.

e) Construcción del socialismo de cada día.

El socialismo no se ha de construir a partir de las ideas "científicas" que tengamos en nuestra cabeza o en nuestros libros, ni por la acción de un grupo esclarecido. Ya ha comenzado su construcción. Está en camino en los diversos movimientos a los que hemos hecho alusión. Como decía el Che, el socialismo está en el germen en el pueblo. No es el socialismo ninguna construcción teórica o "científica" pensada desde fuera, sino el desarrollo contradictorio, creativo, que se realiza todos los días en nuestras luchas, proyectos, encuentros, debates. La solidaridad, la ayuda, el diálogo, la fiesta, el compartir constituyen valores esenciales del socialismo de cada día.